UNA SOCIEDAD MUY ORIGINAL

   Lo vio por primera vez una noche de verano, iba paseando sin rumbo y por mucho que se hizo la encontradiza no se percató de su presencia. Parecía absorto en sus pensamientos, por eso disculpó su actitud y decidió  seguir sus pasos de lejos.

Viendo que se alejaba demasiado optó por acelerar y ponerse a su altura, hecho que despertó su interés haciendo que ella le mostrase todo sus encantos.

—Deja de seguirme -le increpó él- por muchos malabares que hagas , no eres lo que necesito. No me ayudarás en nada, al revés serás una carga para mi .

Ella se paró a escucharle mientras él hablaba y hablaba, sin pararse a mirarle a los ojos, era como si hablase para un público inexistente.

   Estaba decidida a serle útil, y por eso hizo caso omiso de sus palabras y volvió a seguirlo pero esta vez a su lado.

Ella era joven e inocente y tenía mucho tiempo para convencerlo de que juntos harían una buena pareja e incluso un buen negocio.  Se mostraría fiel y sumisa lo que ablandaría los corazones de los posibles clientes.

Él menos joven y nada inocente, ya que la inocencia la había perdido no sabría decir cuando, estaba curtido en mil batallas y en todas había sido vencido  por su mala cabeza.

  Viendo que no se la despegaba decidió hacerle una prueba y ver hasta donde le era rentable su presencia en el negocio.

Le indicó el sitio donde debían reunirse a la mañana siguiente y ella atentamente memorizó el lugar sin rechistar y cada uno se marchó en dirección contraria.

    La cita se cumplió a raja tabla, ella se puso a su vera y así los dos formaron una sociedad anónima ya que ninguno de los dos tenía nombre. Al final de la jornada comprobó que las ganancias aumentaran en comparación a cuando estaba él solo. Viendo que el negocio era rentable decidió explotar al máximo las habilidades de ella y le pidió que bailase y que cada vez que un cliente se parase delante suya se tumbase a sus pies.

Ella viendo que aquello era algo inusual en aquel tipo de negocio mostró su desacuerdo y se marchó.

Él como buen negociante viendo que se le escapaba la gallina de los huevos de oro la fue a buscar prometiéndole que le compraría un collar si accedía sus peticiones y ella presumida aceptó.

   Al día siguiente él que era un hombre de palabra con las ganancias obtenidas gracias a ella le compro en la boutique perruna  “ Mi Mascota “  un collar de perlas y se lo puso al cuello convirtiéndose desde aquel momento en su más fiel compañera.Ella cuando lo vio se puso a dar saltos de alegría al tiempo que movía su cola en señal de agradecimiento.