Habían
descubierto el amor, esa pasión desenfrenada que todo lo transforma,
pero aquella felicidad se convertía en pesadumbre al no poder
decírselo a nadie.
Él
era un hombre comprometido con la fe, con los principios de la
religión y aunque la pasión le devoraba las entrañas, no podía
abandonar todo aquello por lo que tanto había luchado.
El
verse a escondidas para dar rienda suelta a sus instintos les
provocaba gran dolor.Los dos desconocían aquel fuego interno que los
abrasaba y no sabían como ponerle freno.Las palabras de amor que
salían de sus bocas eran dardos que envenenaban sus conciencias.
De
aquella situación tan anómala para los dos nació la desconfianza
entre ellos mismos. Ella repetía una y mil veces: Lucho contra mi
conciencia y le expongo todos mis argumentos para que no se de por
vencida, esto no puede formar parte de la razón, y es ella
precisamente la que me aconseja que lo olvide.
El
tiempo fue pasando y ella se convirtió en una mujer distante,
solitaria, huidiza y temerosa de Dios y de los hombres.
Él
vivía escondiendo su pasión con actos de amor al prójimo
No hay nada peor para la pasión que los pretextos, la vergüenza y el miedo. Eso no es amor. Y la consecuencia es la represión...
ResponderEliminarUn beso
JM
Ya sabes que cuando llega la pasion en seres inocentes y desconocedores de las consecuencias de acarrea , no saben como actuar y mas aún si uno de ellos lo tiene prohibido.
EliminarGracias por pasar y dejar tu comentario.
Un beso
Puri
Muy bien reflejado, el amor atado por el papel social que hemos adoptado. Lo que debemos hacer contra lo que deseamos hacer. Y cuando optamos por lo segundo, nos acogota la culpa. Un besazo
ResponderEliminarGracias David por tus palabras, tienes razón, esa lucha entre lo que debemos hacer y lo que no; es la que acaba con este tipo de situaciones, ya ves que al final mis protagonistas desconfian el uno del otro, conviritiendo sus vidas en un tormento.
EliminarUn beso
Puri
Triste realidad la de los preceptos religiosos. Aunque a nadie obliga, ni a el dejar de ser cura ni a ella de pasar de creencias (que lea y se informe). En fin, que los has contado muy bie. Creo que ya lo he dicho, la música con la que nos obsequias (Para Elysa) se sobrepone a la que tengo yo puesta y molesta. Debes pensar en el lector, creo. Un saludo.
ResponderEliminarGracias Ximens por pasar y comentar, el problema es que ella no atiende a razones, y el tampoco, ya sabes que cuando el amor llama a la puerta la razón principal es la sinrazón.
ResponderEliminarUn saludo
Puri
Que complicado es reflejar los sentimientos, de todas maneras dejemos que los reparta la pasión y el viento.
ResponderEliminarUn placer leerte, besos de San Valentin, bella Dulcinea
Gracias Tiguaz por dejar tu comentario en este día tan gris ( meteorogicamente hablado ) esperemos por el sol de la próxima semana. Es muy complicado reflejar los sentimientos sobre todo si estos solo atienden a las razones que les indica el corazón.
ResponderEliminarBesos
Puri
Hola, Dulci.
ResponderEliminarEs triste, pero el amor es la sinrazón pura y dura.
Me ha gustado mucho, pero me da pena que ella se convierta en esa persona tan solitaria y huidiza.
Dile que nos vamos de parranda las tres.
Un beso, Puri.
Claro que es la sinrazón, sobre todo como en el caso de mis protagonista, donde eran desconocedores de tal sentimiento y con el agravante de que no podían decírselo a nadie. Los prejuicios sociales a veces tienen mucha fuerza.
EliminarGracias por tu visita,no tengo pastas, pero un beso si que tengo.
Puri
Puri, no se puede luchar contra la pasión y nuestra naturaleza, pero muchas veces nuestra situación social nos impone una conducta que aunque no la queremos tenemos la obligación a seguirla.Me gustó el tema. Un abrazo, Sotirios.
ResponderEliminarGracias Soti por pasar por aquí y dejar tu comentario, muy acertado por cierto, la pasión es algo que cuando aparece en la vida es dificil ponerle freno, y eso le pasó a mis protagonistas.
ResponderEliminarOtro abrazo para tí.
Puri