SIN SABOR

A que saben sus besos , se preguntaba a todas horas, sobre todo cuando sentía el roce de sus labios y como la penetraba hasta llegar a sentir dolor. Ese dolor que solo se cura cuando sientes realmente a que saben sus besos.

Cuando lo tenía a su lado,  no podía controlar el subir y bajar de sus pechos anhelantes de sentir el roce de sus varoniles manos y sus pezones se mostraban delatadores a través de su blusa, apuntando hacia el infinito en busca de consuelo.

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En la obscuridad de la noche , una respiración jadeante la incitaba a dejar su cuerpo libre para el placer,  mientras sus muslos sumisos dejaban paso para aquel que ella tanto deseaba.

Sola, ante su mirada era capaz de abandonar al olvido el pasado y pensar solo en el futuro, ese donde edulcorar aquellos besos de los que desconocía su sabor.

Cubrió la cama con la lágrimas que habían nacido al ver que todas sus promesas desaparecieran por el sumidero de sus mentiras y abandonó la alcoba.

—Te vas -le pregunta sorprendido.

—Te extraña-le responde desde el quicio de la puerta , al tiempo que sale y no escucha su respuesta.

Las palabras habían perdido todo su significado, y por mucho que le repitiera que la amaba ya nada era como antes.

Ya no la besaba con pasión, ni buscaba su cuerpo bajo las sábanas, ni sonreía cuando ella le metía la mano por la entrepierna de su pantalón para acariciar su miembro y sentir como este reaccionaba. Ya no la cogía de la mano y la apretaba contra su pecho para sentir su corazón latir como un animal asustado.

Sabía que eran malas fechas para salir sin vuelta, en las calles ya soplaban aires de Navidad y la soledad de la que muchos escapaban iba a ser ahora su mejor compañía.