Al abrir
la puerta me inundó un aroma que me trajo su recuerdo , me convertí por unos
momentos en un perro de caza que olisquea el aire en busca de la
presa .
No me
importaba nada, ni nadie, solo necesitaba encontrarlo. Era vital para
mi saber si aún podía saborearlo en su piel, y al tiempo descubrir
el suave y firme tacto de su cuerpo vencido sobre el mío, mientras
sus manos recorrían todo el itinerario marcado para brindarme aquel
placer que solo él sabía darme.
FOTO DE DULCINEA |
Necesitaba
descubrir como de sus poros salía a chorros ese deleite para mi nariz que anestesiada con su olor, me brindaba momentos
irrepetibles.
Recordé en
un instante de cordura que podía hallar en mi cama parte de aquel
ansiado momento y sin pensarlo dirigí mis pasos hacia la alcoba,
abrí mi lecho y me zambullí en su interior enroscando las sábanas
entre mis muslos, para que mi piel sedienta de él gozase en silencio.
Mi sexo
ansioso se arrebujó entre los pliegues buscándolo, pero solo
encontró el vacío dejado la noche anterior.