viernes, 5 de julio de 2013

CASTILLOS EN LA ARENA




Caminaba por la orilla de la playa con la cabeza incrustada en los hombros y no pudo ver la maravilla que tenía a su lado.
Habian construído un castillo como el de sus sueños, con sus torreones, sus pasadizos, sus almenas y su foso.
Los autores de aquella construcción no eran grandes arquitectos, ni aparejadores, solo tenía como titulación academica el curso de la vida, los avatares de la misma y el entusiasmo de los artistas desconocidos por el gran público. Despues de terminar aquella obra solo pedían a cambio el reconocimiento de los que por allí pasaban, y nuestro caminante no pudo contribuir ya que su ensimismamiento se lo había prohibido.
Pasado un tiempo las aguas del mar embravecido por el temporal destruyo lo que aquellos arquitectos de la arena habían construido para el deleite de los paseantes, pero nuestro protagonista seguía con su cabeza incrustada y nada de esto le causó sorpresa.

2 comentarios:

  1. Nada importa más que lo que uno mismo admira: ¿por qué escribo a estas horas? Para que Dulcinea del Atlántico se desayune con palabras frescas. Y si luego se lo llevan las olas, pues mañana haré cosas nuevas, no vaya a ser que no haya sorpresas con las que deleitar a un alma sincera.
    Un bico, artista.
    Juan M.

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  2. Gracias Juan manuel por tu comentario, y te diré que a esas horas al igual que tú yo tambien estaba despierta, pero viendo las estrellas desde una tumbona al fresco de la noche. Y al despertar me encontré con tus palabras de alabanza hacia mis escritos.
    Un besiño.
    Puri

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